Siempre te envidié
por entender su locura,
por inspirar sus cuadros,
por alegrar sus días,
por dibujar sonrisas
en sus labios.
Por soportar noches surrealistas,
por entender su locura,
por inspirar sus cuadros,
por alegrar sus días,
por dibujar sonrisas
en sus labios.
Por soportar noches surrealistas,
(tanto como sus pinturas)
por ayudarle
a decorar su hogar,
por abandonarlo todo para quedarte a su lado.
Por
llevar
tras el tuyo,
su apellido,
por plantar flores en su jardín,
por acariciar su rostro,
por secar aquellas lágrimas que,
tal vez,
algun día,
humedecieron sus mejillas.
Por
saber lo que se escondía tras su máscara.
Por
ser la gran mujer que se escondía detrás de ese gran hombre,
pero
sin esconderse.
Por ser más que una musa cualquiera,
más que una
inspiración callejera,
más que un cuerpo desnudo
a merced de un
pincel.
Por
tu nombre y tu vestido de Gala,
por el llanto que cobijaba tu
garganta,
por la lucha y el peso
que se apoyaba en tu espalda.
Por
todos a los que engañaste,
por aquél francés al que abandonaste,
por todos los que se abrigaron con tu abrazo,
por todos los que
cenaron a tu lado.
Por
la alcoba en un lugar de paso,
siempre llena,
siempre con cola en la
puerta,
por abrir tu corazón
igual que hacías con tus piernas.
Por
sufrir sus cambios,
por adorar sus manos,
por abrazar su cuerpo,
por
saber sin escuchar,
por bailar,
por sonreír...
Por vivir cerca del mar,
con él,
por morir llevándote su pasión.
-Desde
que conocí tu historia la quise vivir, pero ya no quedan artistas
como él, ni tampoco mujeres como tú-