miércoles, 10 de octubre de 2012

Efímera felicidad, amargo recuerdo



Cientos de lágrimas 
relucían 
en los ojos 
de aquella niña.

Su barco se hundía, 
su vida moría, 
su amor se iba.

Sus ojos no brillaran desde hacía ya días;
nadie quiso notarlo.
Nadie quiso asomarse a su vacía esencia,
nadie quiso caer,
nadie tuvo el valor 
de adentrarse 
en aquella oscura mirada...
Nadie notó que esta se apagaba.

Sólo él fue capaz de besar aquella frente que sudaba angustiosamente. 
Solo él había hecho que su piel se erizara con el cálido cosquilleo de cada dulce caricia. 
Pero él ya no estaba.

Ahora solo quedaba
el triste recuerdo 
de una efímera felicidad.

La triste brisa restante 
tras el fuerte viento que 
los había mecido a ambos.

La resaca del ultimo adiós, 
el recuerdo de la despedida.

La ultima caricia, 
el ultimo beso, 
el ultimo abrazo, 
la ultima sonrisa...
el primer llanto
que quedó callado
por los gritos exasperados
de una ciudad
egoísta.

La ira creciente que en su alma se alojó, la ahogó.
 El llanto eterno que en sus ojos creció, la apagó.

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